
"La montaña y el ojo del tigre"
En el transcurso del tiempo, los movimientos de lo natural son cíclicos, no son pendulares, no son lineales, miles de almas explotan como estrellas en las noches. Que se iluminaran una y otra vez dando vida a un cuerpo, el cual tendrá un nacimiento en contra de su voluntad y moriría bajo la misma y tramposa condición.
Cientos caminan por los valles, cientos no conocen la génesis del valle, solo observan atónitos, congelados de timidez a el punto mas alto de la montaña. Algunas almas se cansaron de solo mirar y de recorrer el río, de ver nacer y morir a las flores. Se preguntan, ¿cuando moriré?¿como será ese momento?, muy pocos salen en la búsqueda. Pocos si... ¡pero! que es poco? cuando es tan grande la llama de la vida, cuando se vive tan intensamente, cuando es tan grande la actitud de nuestra alma y de nuestro cuerpo.
Ellos ascienden por la colina y en el medio del cielo, cerrado por las nubes eternas. Vive el ojo del tigre, que recorre el lugar con la fuerza de los vientos del sur, buscando a los intrusos a esos valientes, no todos podrán encontrar la fuente, el manantial, algunas almas se quedaron allí en forma de árboles, de piedras y de ramas secas. Antes que me congele y mi cuerpo se transforme en lluvia voy a subir a la montaña, no se hasta donde puede llegar, pero en el transcurso, estaré desde arriba viendo las vidas de los sin brillo, de la sombras, que viven atrapadas entra las paredes de el miedo y la conformidad en el valle estéril y vacío como su misma alma.
El ojo del tigre es solo un guardián, es solo un amigo, que se puede descubrir solo si encuentras tu brillo interior, la causa de tu existencia, esa forma de explotar en un momento de la vida de este planeta, ese brillo interno que puede encoger de hombros al sol.
Y al encontrar un día la fuente, el manantial, el deber que nos quede es bajar nuevamente hacia el valle y allí abrir la puerta y dejar entrar la vida, cubrir con amor una parcela de nieve y después...
Bolsón, año 2006, una día de solitaria mochila...
Garay Eduardo.
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